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Esta ciudad es un no lugar. Pero no fue producto de la sobremodernidad de Marc Augé. Y sin embargo, en esta ciudad-nación-sin-identidad, se resiste: es un lugar de memorias.

Análisis: Profesor Marcos Represas

Sí, vimos que el comunismo igualando las identidades fracasó. El neoliberalismo con su pluralidad de identidades democrática se está derrumbando. Bueno, es que entramos de lleno en las tinieblas posmodernas. Claro, Nietzsche nos abrió la puerta. No solo hay Luces de la razón, también hay tinieblas. Freud, entró por ahí y tiró la llave.

Pero no hay problema, la distopía está de moda.

Y esta ciudad, obviamente es una ciudad distópica. Esta ciudad es exactamente igual a la Isla Utopía, pero a la inversa. ¿Qué es lo que hace una ciudad, su arquitectura? Si fuese así, las Casa de los Tres Patios de Mies sería una vivienda y las ciudades de Sant’Elia serían ciudades. Además, en esta ciudad, al dormir sus habitantes, la ciudad se reconfigura, se (re/de)construye.

Es una realidad onírica digna de envidia de Archigram o -al menos por su nombre- de las máquinas para habitar de Corbu -como cariñosamente llamamos a Le Corbusier-. No importa que Sulivan haya escrito que la forma sigue a la función si Tschumi hizo una travesura como esta: la forma sigue a la función ficción. Tschumi podría ser el Sr. Arquitecto. En las tinieblas la realidad es ficcional. Y el otro problema -siempre es el otro- es que en las luces no sabemos qué es la realidad. Pero al menos, el otro en su otredad sí sabemos definirlo bien. El que hace el bien, el bueno, siempre soy yo, no el otro.

¡Nietzsche a veces escribió cosas interesantes! El problema de la identidad es el problema central de la trama, y se solapa la problematización de la identidad de la ciudad con la de sus habitantes. ¿La ciudad y sus habitantes se constituyen en, por y/o a través de la memoria? Si Hegel escribió que la historia hace al hombre y viceversa, ¿podríamos decir que, la ciudad como depositaria de la (re/de)construcción de la historia es la que hace a sus habitantes y viceversa? La Ciudad en Tinieblas es como el nombre que le dio Odiseo al cíclope, Polifermo, para huir de su caverna: Outis (Nadie). Nadie es el Sin-identidad, por tanto, sin-memoria. Los encadenados de la caverna platónica -ya que andamos por cavernas- no solo siempre estuvieron ahí sino que además no tienen ni memoria ni identidad. John Murdock es un des-encadenado que despierta, ve el sol en la postal y regresa a la caverna para decirle a los demás que están encadenados en una Matrix loquísima. Bueno, Matrix se estrenó al año siguiente. ¿Si no hay memoria no hay tiempo?

Dark City o La Ciudad en Tinieblas no tiene historia, no tiene tiempo y el tiempo -según Heidegger- es donde se desarrolla el ser. Bueno, hay tiempo, pero es artificial, por ello la identidad de sus habitantes es artificial. Hay luz artificial. Es una ciudad artificial. Pero eso no significa que no sea una ciudad. La ciudad se constituye entonces en la identidad de sus habitantes. Sí, pero la que cada uno elige auténticamente ser. Por ello, John Murdock eligió ser -al fin de cuentas- John Murdock. 

¿Y vos, creés que no sos un habitante de la Ciudad en Tinieblas?

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